Poemas
del libro “Tierra”, (Buenos Aires, 2017, editorial la mariposa y la iguana)
Níspero
Del
jardín algo cesa.
Al
camino de grava
percude
el césped
en
su conquista del espacio.
Quizá
convenga
el
próximo desbarajuste.
A
veces las apuestas fracasan
y
se impone comenzar de nuevo.
Como
la efigie de un níspero,
pequeño
y áspero, tras una verja
ajena.
Fuente de los alquimistas
que
desata los nudos.
La cicatriz
Un
hilo atraviesa el campo,
de
poste a poste corta
el
cielo con su filo. Tanza
indómita
desangra el progreso
del
próximo pueblo.
Noche
de estrellas perfectas
a
la salida de la ciudad.
Fuimos
a comer lejos del ruido,
se
hizo tarde sobre el negro mar
sin
horizonte ni puntos cardinales.
Dónde
buscar ya no el daño
sino
la cicatriz.
Exilio
Llegaron
desde tierras áridas
y
amaban tanto lo suyo que, con el tiempo,
la
sangre en los pedruscos
se
convirtió en semillas de granada.
Por
redimirlos
recojo
cada una
con
exactitud de ángel.
Al
arquearme, se riega aquel jardín
y
es más fácil olvidar lo perdido.
Lejos
de la planicie y de la pampa,
de
los mundos que deben ser dejados
para
empezar de nuevo.
Todo
abandono es un exilio y viceversa.
Ya
vamos, mamá
Más
lento el reino de las cosas imperfectas,
allí
no se controla lo mínimo.
El
jardín abjura de sus propios dramatismos
como
esas personas que padecen
y
sin embargo eligen
poner
la cara al sol o dibujarse
rayos
amarillos y naranjas.
Sol
sobre las hojas del otoño
en
el jardín que cultivamos.
“Vamos”,
llama la madre
desde
aquel tiempo.
“A
tomar la leche”.
Pero
falta todavía contemplar la flor
desprenderse
del tallo, al menos
un
instante. Y aprender del conjunto.
Ribereña
Años
después de vivir contra el río,
lo
que fluye
persevera
y purga.
Agua
siempre adelante.
En
la orilla se remeda todo pasado,
vuelvo
al ruedo. En qué cuenco
el
silencio de los ceibales.
Desde
la isla resplandece
la
dentadura vertical de las torres,
antes
patios con jazmines.
Dónde
está quien espera,
quien
no olvida.
Como
el río enloda los ramajes,
arrastro
siempre una pena.
¿Y
si busco lo que no es posible?
¿Han
demolido también la casa
de
los que me amaron, ya no saben
cómo
encontrarme?
Falso
Manhattan, la soledad era esto.
Alicia Salinas. Nació en 1976 en Rosario, Argentina, donde
siempre ha vivido. Es mujer madre. Trabaja como periodista, comunicadora social
y docente. Escribe poesía y obras de teatro. Ha sido incluida en publicaciones
literarias de otros países, y en varias antologías locales y nacionales. Ha
publicado tres libros de poesía: La sumergida (Rosario, 2003); Gallina ciega
(Rosario, 2009) y Tierra (Buenos Aires, 2017). “Gallina ciega” y otros poemas
suyos fueron traducidos al inglés. Participó en festivales internacionales de poesía,
entre otros espacios de lectura e intercambio de la experiencia poética. Como
periodista, recibió en dos oportunidades el Premio Juana Manso, categoría
prensa gráfica, otorgado por el Área de la Mujer de la Municipalidad de
Rosario.
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