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viernes, 24 de noviembre de 2017

Nicasio Urbina - Nicaragua / Estados Unidos




He visto ríos

Nací en la ribera del río de la Plata
y me arrullaron sus aguas de barro,
las corrientes frías de julio llenas de
estrellas y de gauchos.

Aprendí a nadar en el río Malacatoya
junto con los ejercicios de la equitación,
viendo a los campistos recorrer los cielos
y lanzarse tras los novillos como una saeta.
Junto a esas aguas recibí el primer beso,
zanjé el primer combate, leí a Herman Hesse,
y escribí mis primeros versos. Ese río
ya no existe, su cauce es un cañón abandonado,
no hay árboles, no hay sueños, no hay princesa que cantar.

En París caminé por la ribera del Sena
extasiado por la magnífica ciudad,
visité a los míticos bucanistas y corté
frutas siderales desde el puente del Alma.
El Támesis me acompañó en las tardes
del otoño inglés, mudo ante el misterio
de la piedra y de la historia. Robando imágenes
con una Canon F-1 y arpegios de jazz en las bocinas.

He hollado la ribera del Miami river,
del Potomac y del Savannah, el enorme
Mississippi y el Ohio magnífico,
en cada uno de ellos he dejado
querubines, magníficas imposturas,
zapatos rotos y canciones.

¿Adónde me han llevado todos estos
ríos? ¿A esta hoja muerta que alumbro
con palabras o a la ciega habitación
dónde un día moriré?

Me han llevado al cielo, a la
justa intensidad de la conciencia,
al conocimiento y a la vergüenza,
al intenso sabor de la victoria,
al amor, y a la inconsciencia.

—Nicasio Urbina (Granada, febrero 2017)




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